viernes, 12 de diciembre de 2008 a las 3:38 a.m.

Ese día la rutina dejó de ser rutina, ya no habría de esos aburridos domingos en que no hay nada en la tele, y no hay mayor entretenimiento que recostarte a observar la grieta en el techo de la habitación.
El más prestigioso artista de la historia les regaló un cielo pintado a mano, haciendo perfecto hasta el más mínimo detalle.
Ese día no regresarían a casa como un día más, volverían llenos de vida, sentimientos y mariposas que adelantarían la llegada de la primavera. Se tenían el uno al otro, se sentían contenidos, protegidos, cuidados, amados.
No podría describir sus expresiones, pero bastaba con observar sus miradas ya deshinibidas, que a cada latido se iluminaban más haciendo resplandecer sus rostros.
El frio invierno peleaba su última batalla del año, pero poco a poco perdía sus fuerzas y llegaba a ellos como una suave brisa; la misma brisa que los envolvería en el más tierno abrazo y haría aumentar sus pulsaciones. Las mariposas que llegarían en primavera como por arte de magia ya reboloteaban en sus panzas, provocando así una estampida en sus cuerpos que no hicieron mas que presionar el interruptor que daría rienda suelta a los más hermosos sentimientos que podrían existir.
Desde ese momento, ellos supieron que sus vidas habían entrado en un remolino que cambiaría la perspectiva de sus vidas, desde ese momento sabían que no querían vivir un sólo segundo sin el otro, desde ese momento compartirían sueños, instantes, fe, logros, alegrías como así también tristezas, desde ese día dejaron de existir los domingos aburridos y hasta la más pesada rutina fue combatida.



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