lunes, 29 de septiembre de 2008 a las 1:20 p.m.


Desperté oyendo un reclamo.
Diego de tan sólo 3 años, quien dormía junto a su mamá, le reclamaba a esta: "quiero dormir en mi cama". Fue allí donde se me hizo un nudo en la garganta.
Tan pequeño, pero tan necesitado de su lugar en el mundo, tan indefenso a merced de las decisiones de su familia, la cual hoy sólo la integran su madre, un padre ausente, y un tío que ya no ve tan seguido.
Por la tarde del domingo llegaron mojados por la lluvia, pero él sin perder toda esa picardía que lo caracteriza, llegó y se sintió contenido, cómodo y seguro, se notaba en su soltura, se notaba por los comentarios de su mami que contaba que en los últimos días estaba muy callado y quietito.
Todo llamaba su atención, en los últimos 4 meses, habría dormido en 4 camas distintas, así que tenía todo el derecho del mundo a reclamar la propia. A reclamar sus juguetes, su ropa, su lugar.
Su mami lo cambió, mientras yo buscaba crayones y hojas para dibujar, pero él tan sólo le interesaba mostrarnos su Power Ranger y su camión. Eran suyos y él los tenía, nadie se los había podido sacar como el resto de sus cosas.
Mientras cenabamos, se lo veia sonreir y reir a carcajadas mientras mirabamos Madagascar. Por un momento, mientras él tenía toda su atención en la película, yo hablaba con su madre.
Podés quedarte muy sorprendido de ciertas situaciones, podés sentir bronca al saber por lo que pasaban, pero al mismo tiempo, tan sólo surge todas esas ganas de cuidarlos y abrirle los ojos y hablarle de alguien que nunca los va a dejar solos. Ella se siente sola, la única persona a la que podía recurrir se mudó sin dejar teléfono.
Hoy está asesorada. Hoy está la posibilidad de encontrar una vivienda. Hoy ella quiere salir adelante por su hijo. Ahora, tan sólo espero su llamado, que me diga que están bien, y si tiene donde pasar la noche. Sino, ellos saben que nunca les cerraría la puerta.


Anoche hablaba con mamá. Cómo son las cosas, que cuando te enfrentás a una situación así, o tenés alguien cercano que lo pasa, ahí es cuando uno empieza a valorar ciertas cosas.
miércoles, 24 de septiembre de 2008 a las 12:36 a.m.

El otro día vi uno así en la tele, le pregunté a mamá que era, y me respondió: la vuelta al mundo.
Quedé atónita frente a semejante nombre, y dije, ahí voy a subir, quiero dar la vuelta al mundo. Pero no es lo mismo ir sola, no, si voy sola vería las cosas de una sola forma, y quizás haga todo un viaje equivocada, creyendo algo que no era.
Yo quiero que vengas vos, te invito a subir a lo más alto hasta abrazar las nubes, y también estrechar la mano del sol, prometo llevarte a ver los paisajes y a acompañar a las aves a migrar en temporada.
Te invito a ver cientos de amaneceres y a conversar con las estrellas cada noche, prometo no ser cargosa y respetar tus silencios en la cima de la montaña, como así también saber escuchar la sabia filosofía del mar. En invierno junto a vos disfrutaría jugar como niños en la nieve, pero en primavera, durante todo su esplendor, cada día te regalaré una flor. Mientras tanto, la naturaleza nos regalará su armonía, musicalizando nuestras pulsaciones; al menos las mías se encontrarán aceleradas, y no será porque le tema a la altura, o porque sea intenso el andar, sino será porque estarás ahí, dando la vuelta al mundo, juntos.
Sólo dejará de ser un sueño, cuando aceptes la invitación, sólo me animaré a subir, si vienes conmigo.

«Mëgg¥»
martes, 23 de septiembre de 2008 a las 12:18 a.m.


Temerosa aún estás,
todavía no te animas a hacerte notar,
intentas pasar desapercibida,
pero muchos te esperan,
como esperando ese alguien que llamará a sus puertas.

Aunque te ocultes, todos te conocen,
te desnudan de sólo pensarte,
pero sólo algunos, te admirarán por lo que vales.
Sólo ellos verán tu corazón, porque no ven sólo con sus ojos.

Llegaste,
dando pequeños pasos en punta de pie,
no quieres despertar a ese que se dispone a dormir,
te asomas por la ventana,
primero sólo te dejas ver por los niños.

Sí, ellos que tienen la pureza de su temprana edad,
serán quienes te buscarán todas las tardes para ir a la plaza,
para subir al tobogán y sentir tus caricias en sus rostros,
y vos les regalarás esa flor, que ellos le regalarán a mamá.

Quieres ser parte de ellos,
y de cada persona que cruza ese parque,
y aunque no lo creas, lo estás logrando.
Poco a poco, te ves reflejada en sus vestimentas,
los árboles se alzan ante tí,
y los jazmines ya están brotando,
cuando menos lo imagines, habrás perfumado todo.

Pero no venís sola,
te acompañan mariposas, de todos colores,
quienes rebolotearán en las panzas de muchos,
aquellos que ante una sonrisa se sonrojarán,
y el corazón les latirá fuerte.

Sólo algunos sabrán observarte
figura esvelta asomándose junto al sol por la mañana,
ellos apreciarán cada instante, cada detalle,
y buscarán compartir eso que perciben a quienes los rodeen.

Mira lo que has hecho,
has provocado que me tome unos instantes a hablar de tí.
Porque formas parte de mí,
porque te veo, levantándote de esa siesta que te mantuvo cautiva,
pero hoy, te alzas ante mi mirada,
trayendo contigo el arco iris,
y regalándome ese instante.

Ese momento de poder apreciarte,
conocerte, descubrirte, recordarte.
No te ocultes más, no pierdas más tiempo,
aquí estoy, observando tu llegada.
Esperándote, así poder decirle a mamá:
- Dale má! vamos a la calesita! a la hamaca!
mirá que lindo sol! como el que dibujé en el jardín y después te regalé,
te acordás?

«Mëgg¥»


FELIZ PRIMAVERA
domingo, 7 de septiembre de 2008 a las 4:37 p.m.
"Qué ganas de salir corriendo de este lugar"

Cuántas veces he actuado, pensando en esa persona. Mis decisiones la priorizaban, temiendo hacer cualquier cosa que llegara a herirla. He dejado de ser yo, para que sea él. Me dejé morir para que él renaciera.
Fue entonces, que una voz en mi cabeza resonaba repitiendo: "sé fuerte", "todo pasará".
Pero mis miedos, mi propio yo, y quién sabe qué más, influenciaron mi decisión de echarme atrás.
Y volví a encerrarme en el armario, e intentar la felicidad ajena y remediar todo el dolor causado.
Hoy no quiero ésto para mí. Quiero salir del armario e intentar mi propia felicidad. A prueba o error.

Pero es que cuando uno siente por el otro y toma decisiones por uno se hace difícil el andar, duele dar ese paso y los siguientes.
Salir del armario, es salir desnudo a enfrentarse al mundo una vez más.
Frágil y vulnerables nos sentimos ante la mirada de aquellos.
Pero eso que nos comprimía el pecho hasta quitarnos el aire está menguando.
Aparecerán cosas que tapen esta herida, la cual cicatrizará, en algún momento; por ahora, tan sólo resuenan esas últimas palabras que me invaden el cuerpo.


«Mëgg¥»
jueves, 4 de septiembre de 2008 a las 12:17 a.m.

Fue entonces, cuando ella comprendió que no debía comprender nada, tan sólo tenía que dejarse llevar por esa música que inundaba el salón de sensaciones.
Era tiempo de ir al son, y fue entonces que cerró sus ojos y comenzó a pendular su cuerpo,
hasta que éste tomó las riendas y bajo el efecto narcótico que producía la melodía que se escuchaba,
ella empezó a bailar, apoderándose del salón en su magnitud.
El tiempo se había detenido a su alrededor, figuras inmóviles que posaban sus ojos en ella,
pero sólo eran parte del entorno, ella sólo estaba pendiente de gozar ese instante, ese baile en aquel salón.
Y fue entonces, que comenzó a girar como en remolinos, sintiendo la brisa en su rostro, sus pies húmedecidos sobre el pasto y la perfecta armonía de la naturaleza que se adueñaba de este cuadro y en su rostro se dibujaba una enorme sonrisa.

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