Simplemente Ser

martes, 29 de diciembre de 2015 a las 12:50 a.m.


Permanecieron tanto tiempo dormidas, aletargando ese grito mudo que tarde o temprano se iba a hacer oír otra vez.
Porque cómo es que la vida es vida sin que ellas sean partícipes, protagonistas o antagonistas de nuestras acciones. Si es que tienen tanto poder, son tan filosas pero tan vulnerable su autor.
Estaba a punto de decir dueño, pero deja de serlo cuando ellas mismas se abren camino a la verborrágica locura de vivir, de sentir, de gritar. Y es allí que la desnudez llega a su extremo, a lo más íntimo, a lo más sincero y se vuelve pura, provocando que hasta las millones de terminaciones nerviosas que nos envuelven se sonrojen, se avergüencen y se ericen ante el tacto de ellas.
Aquellas que nos tocan sin tocar, pero que cuando quieren golpean tan duro que volver a levantarse y permanecer orientado en tiempo y espacio puede ser todo un desafío.

Y así pasaron las semanas, meses, incluso años en que prefirieron callar, observar, pasar desapercibido y ocultas por miedo, cansancio o simplemente por no sentirse las indicadas.
Quizás se sintieron débiles, y se refugiaron esperando a que alguien las buscara, preguntara por ellas y por qué no brindarles la suficiente confianza de salir al mundo a decir lo que querían gritar.

Mis palabras callaron, callan y aún sé que tienen cosas por decir y no será ahora. Pero aún así, hoy golpearon mi pecho fuerte, muy fuerte, y haciéndose espacio entre mis silencios, miedos y todo lo que me hace vulnerable, de igual manera, inflaron su pecho para salir.
Porque hicieron que estas blancas y frías manos tuvieran la fuerza de tomar nota de cada una de ellas.

Y no sé si es que el fin de año está muy próximo, o simplemente me sensibilicé, si es que en algún momento lo hago, pero acá estoy, gritando en silencio hasta que mis letras se dibujen en voces y mi voz llegue a vos y escuches lo que por tanto tiempo callé por no querer ser vulnerable.

Cuántas veces al cielo y cuántas a la oscuridad me han llevado mis palabras, mis decisiones, mis no decisiones.

Hoy vuelvo a fluir, a permitirme ser, sentir, caminar, correr y volar. A escribir. Sin borrar, simplemente escribir, con todo lo que eso significa para mí.
Sin querer ser perfeccionista, obsesiva y compulsiva, queriendo simplemente ser.
Con mis silencios, mis gritos, mis histerias, mis nudos que ahogan, mis frías manos y mis torpes dedos tipeando en un teclado incompleto.

Nada, sólo soy yo y mi verborragia silenciosa.


G.R.
 «Mëgg¥»






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