domingo, 7 de septiembre de 2008 a las 4:37 p.m.
"Qué ganas de salir corriendo de este lugar"

Cuántas veces he actuado, pensando en esa persona. Mis decisiones la priorizaban, temiendo hacer cualquier cosa que llegara a herirla. He dejado de ser yo, para que sea él. Me dejé morir para que él renaciera.
Fue entonces, que una voz en mi cabeza resonaba repitiendo: "sé fuerte", "todo pasará".
Pero mis miedos, mi propio yo, y quién sabe qué más, influenciaron mi decisión de echarme atrás.
Y volví a encerrarme en el armario, e intentar la felicidad ajena y remediar todo el dolor causado.
Hoy no quiero ésto para mí. Quiero salir del armario e intentar mi propia felicidad. A prueba o error.

Pero es que cuando uno siente por el otro y toma decisiones por uno se hace difícil el andar, duele dar ese paso y los siguientes.
Salir del armario, es salir desnudo a enfrentarse al mundo una vez más.
Frágil y vulnerables nos sentimos ante la mirada de aquellos.
Pero eso que nos comprimía el pecho hasta quitarnos el aire está menguando.
Aparecerán cosas que tapen esta herida, la cual cicatrizará, en algún momento; por ahora, tan sólo resuenan esas últimas palabras que me invaden el cuerpo.


«Mëgg¥»

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