jueves, 14 de agosto de 2008 a las 8:50 p.m.
- Por el momento como estás?

- No sepo no contesto. No hablo de mi vida privada. Soy estrella.

- No te catalogues, a las estrellas no les presto atención. Son vanidad de vanidades.

- Hoy soy sólo una estrella.

- Muy pocas siguen siendo personas, porque todos las ven, algunos las codician, nadie las alcanza, y lo peor, que quien la alcance no sabrá que hacer con ella.

- Todos las ven, incluso buscan estudiarlas, conocerlas, pero siempre guardan algo para sí, y brillan, a veces más, a veces menos, incluso algunas son ciclotímicas porque titilan, pero hacen del cielo una obra de arte, no es lo mismo sin ellas.

- En verdad no sería lo mismo, el ser humano busca de quién hablar, con quién soñar, a quién admirar. Mas no es ese el punto de mi actitud esquiva: se es persona y rara vez estrella, quien es estrella es rara vez persona. Entenderlas es difícil, porque cambian su ánimo, y el mundo luego de años de contemplarlas percibe su conmutación. Busco dentro de las personas las estrellas y no busco a quién brille y llame la atención, esas ya tienen su ganancia.

- Más hoy tan sólo he de encerrarme dentro de una de ellas, hoy por hoy que brille por mí, ya que mi luz es débil, ellas saben de las personas, conocen su corazón y su sola aparición en las noches son señal de que ahí están, que no se fueron, que seguirán allí, que si mi luz se apaga, ellas iluminarán mis pasos hasta que vuelva a encandilar por mí misma.
Las otras estrellas no son más que transitorias, no tienen corazón de estrella, y sus ganancias son materiales, no perduran, en cambio, estas otras son para siempre, porque siempre estarán ahi arriba, miles de millones de ellas, iluminando.

- Eso me inspira.

- Es allí cuando nos damos cuenta, que somos seres humanos, y siempre vamos a depender de un abrazo, una palabra, una sonrisa, necesitamos compartir las maravillas de la vida, las maravillas como las alegrías y las tristezas, porque ellas también son mágicas, más quién puede evitar estremecerse ante la lágrima de un ser querido.
Más las estrellas observan nuestras vidas humanas, y más allá de nuestro estado de ánimo nos regalan su brillo cada noche, pudiendo nublarse el cielo, pero ellas inmóviles seguirán ahi, hasta que Dios quiera, y nacerán nuevas y otras protagonizarán una noche fugazmente atravesarán el cielo, regalándonos un instante incomparable, quizás sea el fin de su luz, pero por un instante, lo que dure su vuelo, brillará nuestro corazón de estrella despidiéndose de ella, deteniendo el tiempo y perdurando la unión humano-estrella.


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