viernes, 2 de enero de 2009 a las 1:09 a.m.


Callada e inmóvil te encuentras analizando la situación, si eras una mujer de pocas palabras, ahora sos un poco más prudente. No dices palabras de más, cuidas cada una de ellas pero quizás tampoco dejas que sean suficientes. Lo notas y hasta te lo cuestionas, pero aún no conoces lo suficiente como para liberarte un poco más. Poco a poco lo harás, y en ese momento te descubrirá, y sabrá que estás allí.
mientras tanto, sin esos torpes apuros, disfrutas.
Llegará el momento en que la venda caiga de tu boca, y dejes de autocensurarte, llegará ese instante en que volverás a sentirte segura y plena, y será ahí donde tu sonrisa iluminará cielo y tierra porque tu dicha se contagiará a tu entorno y a cada persona que se cruce en tu camino.
Porque en ese instante, serás más vos que nunca, serás pura y sincera, serás como sólo tú y Dios te conocen, porque no sentirás vergüenza, ni censura, ni siquiera cruzará por tu mente que los otros pensarán raro de tí. Ya no te importará, y disfrutarás, gozarás de decir eso que callas, reirás y sonreirás a diestra y siniestra y se sorprenderán de tí, y verán que ha habido un cambio, que te has liberado, has crecido y madurado. En ese instante, él te verá, y conocerá una mujer, que vivía en penumbras y hoy le sonríe a la vida, conocerá una mujer, que no se avergüenza de lo que vive, conocerá un mujer distinta al resto, y serás vos y no será otra.
Pero ese instante llegará cuando te respetes más, confíes más en tí y hasta pienses más en vos.
porque si vos misma no te ves, no podrán verte, cuidate y deja que cuiden de ti.

«Mëgg¥»

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