martes, 3 de febrero de 2009 a las 2:03 p.m.


Duermes, mientras la lluvia golpea contra tu ventana, mientras sueñas sueños despacito, intentando por un instante olvidar todo eso que te aprisiona hasta quitarte el aire.
Duermes, olvidando por un momento decisiones, responsabilidades y ocupaciones por cumplir, para así soñar tu sueño, ese que perseguis a tientas, como quien camina en una habitación a oscuras, pero con la certeza de que alguien más te guia por ese camino hasta poder atravesarla.
Duermes, entre bemoles y armonías, endulzando los sentimientos de todo aquel que se cruce en tu camino. Armonizas tus amistades haciendo de ellas hermosas sinfonías, pero jamás olvidas firmar tus obras, tienes tu propio sello, el cual queda grabado en el corazón de aquellos que realmente supieron conocerte.
Duermes, soñando y contruyendo un mundo en tu imaginación que pronto se hará realidad, un sueño que es más infinito de lo que crees y que alguien se encarga de multiplicarlo.
Duermes, descansando en Dios. En El dejas tus batallas, tus dudas y certezas, y quienes podemos observarte vemos como Dios se refleja en vos. Porque sos sincero y humilde, porque sos auténtico.
Duermes, Dios te bendice con este descanso, se muestra a tí en sueños, en la familia, en los amigos, en la vida misma. Te habla, te busca, te acompaña, tiembla el mundo que no entiende este amor, privilegiado el que vive en el Señor.
Duermes, y la lluvia no cesa, las puertas del cielo se abrieron de par en par, y los campos reciben ese milagro de Dios. Mientras tú duermes, en la ciudad sólo se aprecia como un día melancólico, pero en las afueras y a orillas del mar como una perfecta unión entre la lluvia y el océano, la musa de todo artista, mas tú duermes, soñando un sueño despacito, no tienes prisa, pero tienes tanta vida, tienes tanta fe, tienes tanto amor, que alguien lo ve, te ve, te conoce, te ama, te consuela, te refugia, te levanta, te espera.
Duermes, y el día se torna extraño, la ciudad poco a poco vuelve a su ensordecedor ruido, pero no te enloquece, alguien te mantiene a salvo. Mientras, yo escribo estas líneas, de aquel hombre que está en mi corazón, de aquel hombre que tengo el hermoso privilegio de conocer, de aquel hombre que bendice mi vida con su amistad.



«Mëgg¥»



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